martes, 2 de noviembre de 2010

Calavera



Estaba Romeo cenando
croquetas, leche y jamón,
cuando llegó la huesuda
directo a llevarse al tragón.

Romeo la pasó de largo,
luego ni sus huesos vio.
Ella se sintió engañada,
él por la vida apostó.

Pequeño Romeo no mires
señores males de aquí,
aunque la muerte te espera
hoy se ha ido sin ti.

Procura mejor aliviarte,
y bájate ¡ya! del colchón,
Que si sigues fastidiando...
¡Te meteré en un arcón!

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